marzo 19, 2024
11 11 11 AM

CICATRIZ: EL SUTIL TRAZO DE UNA SÓLIDA OBRA DE DANZA CONTEMPORÁNEA

Cicatriz es una obra de danza contemporánea creada en 2017 por las bailarinas rosarinas Florencia Rocco y Denise Lagier. Ganadora de la convocatoria Cosecha Escénica 2017 de la Municipalidad de Rosario, estrenada en mayo de 2018, nos invita a ver cómo los recuerdos conviven en un universo construido individual y colectivamente, en el cual las distintas posturas tomadas, consciente o inconscientemente, dejan siempre marcas, huellas que se graban en el tiempo como piezas arqueológicas, y en el cual las bailarinas recrean, mediante el movimiento, sus propios recuerdos y su manera de ver la historia.[*]

 

[Lo objetivo]

El viernes 15 de mayo de este año, se llevó a cabo en la Casa del Bicentenario de nuestra ciudad la obra de danza contemporánea Cicatriz, creada por las bailarinas de la ciudad de Rosario Florencia Rocco y Denise Lagier.
Esta obra, ganadora de la convocatoria Cosecha Escénica 2017, viene rodando desde mayo de ese año hasta la fecha por distintas ciudades de la provincia de Santa Fe. Sólo por nombrar este mes de marzo, la gira comenzó por nuestra ciudad y continuará por importantes ciudades como Rafaela, el 29, y por Santa Fe capital, el 30 de corriente, respectivamente.

Como reza el argumento de presentación de la obra, Cicatriz nos «invita a ver cómo los recuerdos conviven en un universo construido individual y colectivamente» proponiéndonos reflexionar en torno a que «las distintas posturas tomadas, conscientes o inconscientemente, dejan marcas, huellas que se graban en el tiempo como pieza arqueológicas». Así, la puesta en escena de la obra, a través de las bailarinas «recrean mediante el movimiento sus propios recuerdos, su manera de ver la historia».

La obra tuvo una extensión de más o menos unos 40 minutos: la cita estaba programada a las 20,30hs, comenzando a las 20,50hs hasta las 21,35hs, aproximadamente, con una concurrencia estimativa de unos 40 asistentes.

 

[Lo subjetivo o la danza desde el punto de vista de un neófito]

En lo que respecta a lo sucedido puntualmente esa noche y  sobre todo cuando uno cree —como es mi caso— haber sido cautivado por un verdadero acontecimiento artísticoes necesario preguntarse si es posible —y cómo se podría en el caso de que lo fuera— escribir sobre lo acontecido. (Aunque la cosa se empeora si además el implicado no es necesariamente un experto en la temática, sino de un campo disciplinar ajeno a la misma, como por ejemplo, la filosofía).

No obstante, permítanme decirles que, a pesar de que cada uno de los asistentes a la obra debe tener su versión de lo ocurrido (o mejor dicho: de-lo-que-le-ocurrióhay que decir que la obra para nada los (y nos) ha dejado indiferentes. En particular, pienso (y estoy persuadido de ello) que esa noche pasó algo más que la simple puesta en escena de una obra de danza contemporánea. Hubo un plus subjetivo que sin temor a equivocarme podría denominar con el nombre de acontecimiento artístico, en el sentido que el filósofo Alain Badiou le da a este término. Y resulta que, si fue así, todo acontecimiento nos interpela a posicionarnos frente lo acontecido.

Así, podríamos preguntarnos: ¿Pasó algo más que lo que pasó que valga la pena comentar, o fue una simple obra más como hubo tantas otras que pasaron sin penas ni glorias? A decir verdad, pienso que la conmoción (y sería interesante ver la etimología de este palabra) que provocó la obra en el plano subjetivo es la prueba más fehaciente de que algo pasó de verdad, y de que hemos sido interpelados a intentar indagar más profundamente sobre lo que en realidad pasó. En lo personal, la experiencia fue como un verdadero camino a Damasco, una caída del caballo de lo cotidiano, y que me demandó una larga indagación para poder poner en palabras lo que me ocurrió esa noche. Hasta que la lectura de un texto de Badiou titulado «La danza como metáfora del pensamiento» (en Badiou, A. 2009. Pequeño tratado de inestética. Bs. As.: Prometeo, págs. 105-120), me hizo caer «la escama de los ojos», y pude ver con cierta claridad lo que en realidad había pasado.

Antes de eso, durante el momento de la obra, intentaba realizar algunas analogías entre la danza y la poesía como matematización del lenguaje, y así fue como improvisé la siguiente fórmula: «el movimiento es el matema del infinito». Ciertamente, la intuición era correcta, pero no obstante estaba equivocaba. Lo que trataba de comprender en aquel momento era la naturaleza, la esencia misma, del movimiento dentro de la obra de arte-danza, y evidentemente no daba en el clavo porque no partía de una definición precisa del movimiento. Badiou, por ejemplo, afirma que «el movimiento no es un desplazamiento o una transformación, es un trazo que atraviesa y sostiene la unicidad eterna de una afirmación» (Badiou, op. cit., pág. 108). Me había quedado obnubilado con la presentación de lo múltiple, había caído en lo que después de la lectura del texto de Badiou descubrí que se denomina «vértigo exacto»: «es un vértigo porque lo infinito aparece allí como latente en la finitud del cuerpo […] y sin embargo ese vértigo es exacto […] porque es una precisión extrema, milimétrica entre el gesto y el no gesto» (íbid., pág. 119).

Ahora bien, esta idea de «vértigo exacto» me dio la certeza de que mi intuición de lo que nos había pasado esa noche no estaba del todo errada. Resulta que el asistente de una obra de danza no es necesariamente un espectador “externo”. Desde el punto de vista del acontecimiento, todo lo que el acontecimiento-danza provoca es interior al mismo acontecimiento. Por lo tanto, el acontecer de lo que “nos ocurrió” no puede ser “externo” a lo acontecido. Si fuimos afectados por el vértigo, es que los asistentes de la obra de danza —de alguna manera que sería muy engorroso de explicar aquí— también bailamos con los cuerpos danzantes de las bailarinas. En todo momento, nuestros cuerpos, aparentemente inmóviles, fueron fuertemente agitados por el torbellino acontecimental de la obra de arte-danza, fuimos expuestos con cada gesto y cada no gesto, y en ese sentido, giramos en la dialéctica infinita de la lentitud y de la celeridad como en un carrusel del pensamiento, ya sea como niño, en la inocencia de lo nuevo que se presentaba a cada momento, o como pájaro, en caso de los cuerpos que luego llamaríamos bailarinas. Eso explica las expresiones y los gestos de los rostros perplejos, casi mareados, de los asistentes cuando finalizó la función. La persona que se sentó delante de mi butaca, al levantarse exclamó —aunque disimulando lo más que pudo su “vértigo”— «aquí hubo una sobrecarga de significantes» (!!); y los demás, diciendo —y diciéndonos—: «todavía estoy procesando la obra».

 

 

Sabiendo ahora estos detalles, puedo afirmar sin temor, a pesar de mi condición de neófito, lo siguiente:

1) Que la obra Cicatriz, en calidad de acontecimiento-artístico-danza, marcó un “antes” y un “después”. El “después” es en realidad un nuevo presente, que es en el que estamos ahora todos los que fuimos interpelados por el sesgo acontecimental de la obra (pues ahora ya no somos los mismos de antes). Pero la dificulta de este nuevo presente es que demanda dos cosas: un nombre para el acontecimiento, y nuevas categorías para pensar lo impensado que allí aconteció. No me atrevo a darle otro nombre que el de acontecimiento-Cicatriz. Y será un arduo trabajo crear las nuevas categorías.

2) Que la obra Cicatriz fue excelente desde las perspectivas técnicas hasta las acontecimentales, y que es de lamentar que no hayan concurrido más personas, en especial, las que están involucradas con la disciplina Danza Contemporánea.

No obstante, se perfila la posibilidad de una segunda vez en Reconquista. Y entonces debe consolarnos el hecho de que los acontecimientos verdaderos suelen pasar desapercibidos la primera vez. Ahora está ahí su huella, su trazo sobre el campo del nuevo presente que ahora se ha presentado a través de la eclosión de los cuerpos: de los de Florencia y Denise, en primer lugar; pero también  los de  todos y todas aquellos y aquellas que pudieron intuir que esa noche sucedió algo más que una simple y efímera actuación. Siendo así, ¡¡¡que devenga lo que tenga que devenir, o si no, que no devenga nada!!!

[*]Fuente: https://facebook.com/cicatrizdanza/

[Agradecimientos: a Florencia Rocco por las fotografías]

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site is protected by wp-copyrightpro.com