Como yo quiero mucho a Arabela la escucho y no digo nada. Me decía Arabela:
Cuando vine a Buenos Aires lo primero que sentí es que estaba en un pueblo distinto. Desde el Litoral yo me figuraba una patria distinta a la patria que se vivía en Bs As.
Tuve que vivir en una misma casa con gente de Salta, Entre Ríos, La Pampa, Chubut y Santa Fe. Poco a poco me di cuenta que también los demás venían de naciones distintas.
Un chiste en la capital, contado con la misma gracia, no era el mismo chiste en Bahía Blanca, Villa Iris o Sáenz Peña. Pero no solo eso, sino que además, no era lo mismo ser bostero al estilo chaqueño que al estilo bombonera. Messi y Maradona nunca se encontraron en el mismo equipo, en el mismo país, ni en la misma pasión aunque tuviesen la camiseta del mismo color.
El sentido común que nos hacia la misma nación llegó a un misterio tan grande que llegué a la conclusión que éste cacho de tierra, que no sé bien hasta donde van sus márgenes, era la tierra para todos y para ninguno.
Tuve un paréntesis filosófico: ¿qué hace que un pueblo sea un pueblo? El idioma, no; Hay pueblos con distintos idiomas. El territorio, no; hay pueblos nómades. La religión, la idiosincrasia, el sentimiento, no; siempre hay más de una de estas cosas en cada pueblo. Un pueblo es su historia; su memoria… Eso era un pueblo. Y después de eso me lo olvidé todo. ¿Qué es el olvido?
Pasaron los años viviendo en Buenos Aires y así porque así, me encontré con Eli, Eli era socialista hasta la médula y decía: estar en contra del peronismo es perder el tiempo, lo que hay que hacer es sociabilizar el peronismo; también me encontré con Oscar, que era anti-montonero, Oscar se había ido con la resaca del ERP a reventar con La Tablada, zafó. Cuando estaba el pingüino y la yegua, Oscar decía, como Rousseau, a veces lo bueno mata lo mejor; es lo que hay. Incluso me encontré con Karen, pura cepa danesa, Karen estudiaba ciencia política y decía que la derecha argentina no tenía cabeza. Pensé en la tortuga, la foca y los gorilas. Todos nuestros próceres eran animales en los billetes de cada día.
Y tuve una iluminación: Todos eran peronistas porque todos eran argentinos. Antes hubo un ser argentino que no era peronista y después habrá un ser argentino que no será peronista; pero ahora todos son peronistas: Incluso antes de Perón, Rosas era medio peronista. Yrigoyen que también se llamaba Juan, fue peronista hasta que vino Perón. Alfonsín intentó ser peronista, Kirchner fué peronista como Menem todavía es peronista. Macri terminó siendo peronista y Alberto nació del peronismo.
Ayer Arabela, que tiene un instinto para nadar por la memoria, me contó que comprendió la historia, solo a su manera, pero eso era bueno para empezar me dijo.
Recién nacimos, pasamos cien años siendo ricos y cien años más siendo argentinos, ambas cosas van terminando y algunos quieren empezar de nuevo siendo argentinos y otros siendo ricos; sin embargo lo que vendrá es nuevo y desconocido. Acordarte de lo que te digo, dijo Arabela, todo lo que vendrá no está en lo que pensás, es distinto.
Y repito: como yo quiero mucho a Arabela, escucho y no digo nada.
PD: Vicentín es peronista.