Dos noticias aparecen, el sábado 12 de mayo, en la tapa de un sitio de internet local. Una, titula “Mugrientos” y con la foto y la bajada uno no necesita entrar en la noticia para a simple vista adherir ciento por ciento. Deformación profesional mediante, uno se tienta y lee el cuerpo completo de la nota pero no hay casi nada que agregue, siendo que la basura es una temática actual de las más complejas y vitales. Se emite un calificativo que no se sabe a quién va dirigido, ¿a los del barrio circundante, a viajeros que pasan por la ruta 11? Nada dice que son los sectores más pudientes de la centralidad de Reconquista quienes también “descontaminan” sus propiedades llevando los residuos a ese sector. Claramente, un problema que es limitado a englobarlo con epítetos que circulan en los foros de red, “mugrientos”, cuando de ataques personales se trata. Nos olvidamos así de la dimensión social que haría posible profundizar el abordaje y, por el contrario lo reducimos a un ámbito individual, obturando el debate.
“Una patente que sirve para hablar de valores”
La segunda noticia, ésta sí que desde el título mismo invita al debate: “una patente que sirve para hablar de valores”. La bajada ya es elocuente porque reproduce textual el mensaje de una madre y blablablá dirían los adolescentes. Las redes sociales, lo sabemos, son más informales, en cuanto al tono del discurso y uno a veces comete deslices. Tan grave es deslizar que “a cambio (de devolver la patente extraviada) mi hijo pide figuritas de Rusia 2018”. Pues sí, lo que uno podría reducir a la ilusión de un niño, al sentido común vernáculo le parece una total falta de educación en valores. ¿No será mucho? De ahí a las teorías lombrosianas, sólo un paso: en un futuro ese individuo tenderá a…. y blablablá. Nos queremos hacer los adultos y terminamos repitiendo eslogans casi como adolescentizándonos.
No se trata de achacar toda la culpa a los medios o, dicho de otro modo, no hay un determinismo automático entre las narrativas mediáticas y los que los actores individuales o grupales vayan a pensar o elegir. El tema de los valores, central en el diagrama de una sociedad, es complejo y requiere de una mirada transdisciplinaria que excede en mucho una nota como ésta. Ahora bien, sí podríamos decir que existe un cierto sustrato de representaciones, un sentido común vigente, que siempre coloca la lupa en ciertos comportamientos, fuera de ellos “los otros” (y esos otros depositan diferencias de clase social, de religión, de nacionalidades y muchas más); marcando así una distancia social (aunque a veces la posición de quien emite el juicio no se encuentre, por caso, a más de un decil de distancia de ese “otro” en la estratificación social)
Quienes detentan la propiedad o la dirección de los diarios, radios y especialmente la televisión no son naives, toman esas representaciones y las reproducen porque, aducen, es lo que la sociedad quiere escuchar. Se puede cuestionar no que lo hicieran sino que propalan un discurso que se nos presenta a los usuarios como monolítico, sin fisuras, produciendo una naturalización de ciertos relatos. No está de más, en tiempos de la web 2.0, seguir preguntándonos por, construyendo, el rol de los medios en esta sociedad que si bien puede ser definidacomo hiperinformada, parecieraque no abandona el hábito de consumir noticias y pasar a la otra sin hacer el proceso de deglución completo.
Por Paola A. Vazzano
Fuentes:
http://www.reconquistahoy.com/noticias/IDNO29533_mugrientos.html
http://www.reconquistahoy.com/noticias/IDNO29513_una_patente_que_sirve_para_hablar_de_valores.html#.Wvd-hu8vxH0