Cuando los medios buscan lavar la imagen
Lágrimas, disculpas “sinceras”, psicologizaciones baratas y un increíble ser humano trabajador, luchador y digno, buen padre y buen hijo. Eso nos quiso mostrar el miércoles, 19 de julio, a pocos minutos de las 12:30 de la mañana/tarde, el programa televisivo “Gente de diez”, comandado por la presentadora Ester Lutz, sobre el perfil del abogado, condenado a 11 años de prisión por golpear a su ex – pareja Luciana Casali, Mariano Gabriel Vouilloz.
El programa ya conocido de la estación radiofónica “Radio Diez”, inicia sus transmisiones televisivas por LTV más, con una entrevista de casi una hora, en modo de “charla íntima” (palabras de la propia periodista), al abogado condenado a 11 años de prisión por el intento de homicidio a su ex pareja, Luciana Casali.
Ester Lutz empieza dejando clara su intención, que no es hablar del caso propiamente dicho, no es hablar de la condena o de las causas que se le imputan. Ester Lutz quiere, específicamente, hacer una nota “que (no) tenga que ver con la causa”. Aclara: “Queremos conocerlo a él”. Una nota que se preocupa en hablar con Mariano Vouilloz, y saber que “piensa y que pasa por su corazón”. Con una suave sonrisa en su rostro, al mejor estilo ligero de Utilísima, presenta su invitado a los televidentes, y los expone a una charla amigable y agradable con un agresor de mujeres, ya condenado. Entre miradas compasivas, posturas acogedoras, se arma un circo de horrores con la clara intención de “blanquear” la imagen de un agresor confieso y potencial femicida.
Escrache
Al mismo tiempo en que se lleva a cabo la charla, afuera del estudio televisivo y radiofónico, está pasando un ruidoso escrache a esta misma entrevista y al “ilustre” invitado, por medio de organizaciones feministas de la ciudad de Reconquista que a gritos de “Vouilloz femicida, condena efectiva”, “Ester Lutz complice de misóginos”, “Juticia Por Luciana”, entre otras cosas, piden la inmediata prisión del agresor. Ignorando los pedidos de no visibilidad a los agresores, la presentadora sigue la entrevista, que toma rápidamente tintes románticos y maternales, “desvelando” al público el “hombre” por detrás del casi homicida.
La entrevista busca hacer hincapié en “la parte humana” de Vouilloz, romantizando el relato, disuadiendo al espectador de la verdadera razón del porqué está condenado
La entrevista empieza con un saludo al doctor Mariano Vouilloz, subrayando que la causa (de la cual se va hablar verdaderamente poco, tal cual es la intención ya antedicha de la presentadora) es un divisor de aguas, por “tener en la silla de acusado alguien que frecuentemente trabaja en el ámbito tribunalicio” y del cual puede salir arrestado, “o no”. Interpelado Vouilloz agradece la oportunidad de hablar de “la parte humana” de su ser, por mostrar resume lo que pide judicialmente: -“Pedimos la nulidad de la sentencia en primera instancia, porque entendemos que se tipifica la figura impuesta a mí que es tentativa de homicidio”.
A partir de ahí empieza una entrevista, que más que entrevista es una construcción de un relato casi romántico, de un buen hombre que busca lastimosamente se le considere valorable haberse disculpado por lo que hizo, más que admitir sus errores. Que de cara y manos lavadas, llega al programa pidiendo una sanción para sí mismo, pero de manera “justa”, que no sea la ya tipificada como tentativa de homicidio, sino como lesiones corporales (ya que golpear una mujer por casi una hora no implica que la quiera matar, implica solamente en lesiones corporales, que es violencia de género sí pero intentar matarla no).
La construcción del drama televisivo
Los “closes” y enfoques de cámaras sirven para ampliar esta sensación: focos incansables en las manos (que casi falta ponerse en posición de perdón) con gestos de angustia, de un cuerpo encorvado sobre sí mismo señalando el peso de la “culpa”, y un rosto demacrado y triste que hasta llegó a llorar por algunos segundos, van formando un perfil de humanidad y dignidad compatible a los más santos y arrepentidos hombres. La presentadora, ya tomando una postura entre lo psicóloga comprensiva y madre acogedora pide cariñosamente que se hable, entonces de “Mariano”, abandonando el título de “Doctor” (con lo cual fue locuazmente presentado).
En ese momento, se evocan las angustias personales y la presencia de una madre muy mayor y enferma que depende mucho (desde la salud hasta la limpieza de la casa) de Mariano. Se presenta un Mariano apenado por sus acciones, que ahora frecuenta una terapia en grupo en la Clínica Privada San Camilo y que ahora usa “la peor experiencia” de su vida para ayuda a los grupos de Ni Una Menos en Corrientes.
Al ser interpelado si se considera un golpeador, reconoce que lo hizo, que agredió a Luciana Casali pero no reconoce que ser un golpeador frecuente ante la pregunta: -“¿Era habitual esto, diríamos, el enojo y los golpes?”, desmiente, alegando que son “transcendidos radiales o mediáticos”, que no son informaciones verdaderas de otras parejas (aunque estén presentes las declaraciones de sus ex – parejas y de la propia Luciana en el juicio, que confirman que no era un hecho aislado).
Entonces Vouilloz afirma que la violencia de género es también hacia los hombres, que fue un momento de “desequilibrio emocional masculino”. Culpabiliza a la victima por haber provocado el desequilibrio emocional, ya que ésta ofendió a una de sus hijas que estaba enferma, a la que él la cuidaba, que en este momento (como cualquier otro hombre, ya que admite que ningún hombre está exento de agredir a mujeres) reaccionó de manera enferma al agredir y por eso está en tratamiento. Es decir, pide disculpas, se siente enfermo, pero apela comprensión de todos, especialmente de los hombres, que su agresión no es solo agresión, fue una agresión provocada por la victima. La victima que tuvo sangrado de ojos y oídos, que recibió una paliza de casi una hora, que estuvo internada por casi un mes, es casi tan culpable como él, hombre que se desequilibró porque llamaron a su hija de fea, y de “Fiona”. En fin, se pretende que quede claro, que es un hombre en tratamiento psicológico, que ahora valora más a las mujeres, y afirma que es un hombre de madre e hijas (nunca de parejas, ya que al ser interpelado si ya se había enamorado alguna vez no responde con clareza, evade y dice que está en el psicólogo para aclarar bien esta idea).
Confrontado con su imagen, cara tapada, saliendo del tribunal se dice “muerto en vida” con una tristeza “profunda”, víctima de los medios y profundamente agradecido a la presentadora.
Dice Vouilloz que ahora respeta más a las mujeres de la política, del fútbol, a la madre, a la hija. [Nunca una pareja]. Y al hablar de la hija, no explica Vouilloz como le va a decir a su hija que es un golpeador condenado (del cual está alejado por “inconvenientes” según sus palabras y lo cual nunca le cuestionó el porqué la conductora). Se induce a la idea de alienación parental, que le inventan causas para alejarlo de la hija, un padre muy preocupado que llama siempre a la escuela para saber si necesita algo, que tiene un sentimiento angustiante al no ver la hija, y que, en sus palabras compara este sentimiento a “una enfermedad terminal que poco a poco me consume”. Y entonces queda así establecido por el medio, el perfil ya construido de buen padre, excelente hijo y hombre como cualquier otro que sufre la distancia del hijo y las querellas de sus errores, llora. Vouilloz se emociona y llora. Lágrimas en un primer plano que se extiende más de lo normal, pausa para respirar, para los auspiciantes. Un hombre digno de piedad, compasión y comprensión.
Afuera, a gritos y sirenas del megáfono, entre cánticos y palabras de orden pidiendo su prisión inmediata, ninguna de las manifestantes se deja engañar y llama a sus lágrimas de “lágrimas de cocodrilo”: el que mata antes y luego llora al devorar la víctima.
Paralelamente a la entrevista, el ruido de las manifestantes llama la atención a los otros medios. Algunos piden silencio a las manifestantes mientras otros las hacen pasar y le dan voz a la palabra llena de indignación, de la protesta que armaron delante de Grupo Diez. Algunos vecinos se asomaron, varias personas que pasaron por el local preguntaron sobre el motivo del ruido y de la manifestación. La mayoría salía igualmente indignada con el hecho de que un agresor y potencialmente femicida tuviera tan grande espacio en la tele mientras dicho medio nunca se preocupó en llamar a la víctima o a sus familiares o a la fiscalía para saber detalles de lo que viene pasando.
Llega la policía para disuadir a las “violentas”
Después de “calmada la situación” (para Vouilloz porque las manifestantes siguen gritando y pidiendo justicia afuera, mientras se acerca la policía – dos patrullas y cinco policías para evitar la “violencia” contra Vouilloz) la comprensiva conductora, le pregunta: “-¿La palabra mama, qué significa en su vida?”, a la que el abogado contesta, resumiendo la función de madre: “La que tiene que estar permanentemente con los chicos.” Es decir una mujer que “más allá de la situación de la pareja, qué estén juntos o no estén juntos, pero la mama tiene que estar con los chicos”. Sea este chico un agresor de otras mamas o no.
Se forma entonces un nuevo perfil, más allá del hombre, ya digno compasión, el de hombre trabajador, que enfrentó muchas dificultades para graduarse, pasando antes por la facultad de medicina, cuya mama fue la heroína que mantuvo sus estudios a base de beneficios y muchos sacrificios. Sacrificios repetidos por él, según las palabras de Vouilloz, para insertarse en el mercado de trabajo.
La señora presentadora, en ese momento de la entrevista/charla, apela a las emociones de todos, recordándole a Vouilloz (y especialmente de manera indirecta a los televidentes) que puede estar once años en prisión sin ver a su hija. Le pregunta qué piensa que puede pasar acaso se ratifique la condena. Vouilloz contesta que va a seguir peleando, si es necesario, hasta llegar a la suprema corte. Dice confiar en la justica. Así, deja entrever que no le pasa por la cabeza cumplir con la condena.
Habla de lo errático de los testigos, desmintiéndoles en detalles como la hora del hecho o de que no habían marcas en el cuello de Luciana y eso descaracterizaría la caratula de tentativa de homicidio y la caracterizaría como “lesiones corporales” – leves, ya que por ley solo se caracterizarían lesiones corporales graves en caso de personas con secuelas graves, como por ejemplo quedarse con cualquier discapacidad (“hematomas múltiples en cuerpo de producción reciente, traumatismo de cráneo, traumatismo grave de ojo izquierdo, ubicándose las lesiones en ambos brazos, codos, antebrazos, hombros, rodillas, hematoma parietal derecho, hematoma ojo izquierdo y otorragia”, según el parte del médico que atendió a Luciana Casali, y, ninguna de estas lesiones, según el “doctor” Vouilloz, caracterizaría tentativa de homicidio).
Para Vouilloz, jueces fallarían bajo presión social y de los medios de comunicación
Deja claro, ante una pregunta de la conductora, que “teme” que los jueces sean influenciados por los medios de comunicación, incluso por las redes sociales. Incluso, cuenta que se reunió días antes con el directorio del Colegio de Abogados y les dijo “que no pido que me beneficien de nada, ni que me apoyen, pero sí, pido solamente, que saquen un comunicado de que los medios de comunicación, llámense cualquiera, Facebook, redes sociales, puedan hablar lo que tengan que hablar por la libertad de prensa” – afirmó – “pero los jueces deben abstenerse a fallar en base de lo que dice el legajo correspondientes, y no por presión social o por una sociedad ávida de justicia”.
En este momento, Ester Lutz, de manera bien contundente, interfiere en la respuesta del invitado y conduce una pregunta a Mariano: si él cree que su caso está siendo usado por el juzgado para probar que el mismo es imparcial, para probar que “hay un antes y un después, que no hay hijos y entenados” en la justicia, -y casi induce a una respuesta al sugerir si su caso sería el divisor de aguas de una justicia que dice que habla de juzgar imparcialmente a todos, pero que, al final , está de hecho preocupada y presionada por la opinión pública. A lo que Vouilloz contesta, indirectamente, que varios abogados de Villa Ocampo, frente a la condena de primera instancia, le dicen que su caso no era de tentativa de asesinato sino de lesiones corporales. Corrobora así la “sospecha” levantada por la conductora de que sí, los jueces puede ser influenciados por los medios y por la opinión pública (quizás por eso, Vouilloz, recurrió a un medio que se preste a hacer tales entrevistas, con tamaño descaso e insensibilidad a la verdadera víctima: Luciana Casali).
Y la entrevista va terminando con un antihéroe perfectamente dibujado: un hombre simple, que a pesar del título de “Doctor” se hace llamar Mariano, que es un excelente padre, al cual le extraviaron injustamente del convivio la hija, y que por defenderla de las agresiones verbales (ser llamada de fea o de “Fiona”) pierde la cabeza, agrede a una mujer, y que además es un hijo amoroso y dedicado, preocupado por el bienestar de la progenitora, que nunca tuvo la suerte de encontrar el gran amor de su vida y que respeta mucho las mujeres políticas y deportistas. Un hombre que está siendo erróneamente condenado, que no tuvo nunca intención de matar y que está siendo injustamente difamado por los malos medios de comunicación para deteriorar su imagen e injustamente juzgado por los jueces que son influenciados por estos mismos medios. Mariano Vouilloz sale escoltado del estudio de televisión por dos patrullas de la policía. Supuestamente, teme por la violencia de las manifestantes afuera, que en ningún momento de la nefasta entrevista dejaron de gritar a Vouilloz que cumpla su condena.
Las manifestantes no se dejan engañar por la pantomima televisiva y piden justicia
De parte de las conocedoras del caso, mujeres que vienen acompañando hace meses a Luciana Casali y su familia, el personaje “Mariano” es bien diferente: un agresor, capaz de matar a una mujer solo por el hecho de que ella supuestamente lo hizo enojar y que sólo no lo hizo porque hubo interferencia de vecinos y testigos, y porque pensó que ya estaba muerta. Un agresor constante, que ya tenía causas anteriores, un “bon vivant” que usufructúa de su libertad condicional, mientras la verdadera victima está presa en su ciudad (ya que la restricción de Vouilloz es solamente para la ciudad de Villa Ocampo), que disfruta de boliches, sale manejando embriagado y choca personas y no se deja hacer test de alcoholemia. Un hombre agresivo, amenazador y que aun condenado, anda impunemente por las calles de las ciudades del norte santafecino y que tiene la seguridad de la impunidad, como tantos otros que golpean, matan, violan, torturan. Desde afuera, una de las manifestantes aclara a uno de policías de la escolta: “Señor el violento está siendo entrevistado, no somos nosotras. Al violento le están sirviendo agua en copas azules y compasión televisionada.” El policía le sonríe y contesta “-Yo solo estoy cumpliendo órdenes”.
Muchos allí estaban cumpliendo órdenes. El policía cumplía órdenes del Estado; la productora (que les pidió silencio) de su programa, y ¿Ester Lutz…?

Muy buen informe, Vero!!! Muy profesional!!! La verdad que me gusta mucho el análisis que haces de cómo va creando un personaje que comienza siendo un profesional y que de a poco se va convirtiendo en un ser humano con sentimientos, compasivo. Y como la bestia inmunda y homicida es en realidad alguien al que hay que tenerle compasión. Esa es la misma estrategia que usan los psicópatas con sus parejas para “pedirles perdón”. Con el agravante de que en el programa de tv todos somos embaucados por el psicópata y el medio de comunicación es cómplice. Y si todos lo perdonamos, estaremos condenándonos todos, de alguna firma, a muerte. En fin, que sea justicia.