El pasado jueves 4 de abril, estuvimos presentes, una parte del equipo de rayaalmedio, invitados por la Liga Argentina de los Derechos Humanos, en lo que es un nuevo juicio a represores de la dictadura militar en la provincia.
El juicio se lleva a delante en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe a siete imputados por delitos de violación a los derechos humanos durante la última dictadura militar. Delitos cometidos por seis integrantes de la Policía y un militar, jefe de operaciones del área 212, durante la dictadura.
Se trata de una patota que secuestraba, torturaba y violaba a militantes políticos en nuestra ciudad. Si bien muchos de ellos ya son conocidos delincuentes con frondosos prontuarios y condenas por sus acciones durante la dictadura, esta vez llegan al banquillo de los acusados represores que venían zafando de la justicia, como es el caso de Víctor Hugo Cabrera, Héctor Melitón Martínez y Eduardo José Córdoba, quienes participaban junto Eduardo Ramos, Juan Calixto Perizzotti, Ricardo Silvio Ramón Ferreyra y María Eva Aebi de las siniestras patotas represivas que asolaban nuestras calles.
En una causa que viene del año 1999, que luego se abrió en 2002 y que finalmente en el 2009 se produjo un juicio oral, en la que por responsabilidad de la justicia hubo un montón de represores que no fueron juzgados, algunos de ellos son juzgados ahora, con la intervención fiscal de Martín Suárez Faisal en representación de las diez víctimas de esta causa.
José Schulman, quien fuera detenido y torturado durante la dictadura fue uno de los que brindaron testimonio ante el juzgado el pasado jueves 4. En declaraciones a radiosur.org.ar, expresó: “Yo me concentré en un punto que podríamos sintetizarlo en la idea de: ¿Cuál es el sentido que tienen estos juicios? Intenté interpelar al tribunal y decirles que no alcanza con condenar a los que nos secuestraron y nos torturaron en aquellos tiempos, puntualmente en este caso serían Eduardo Ramos y Víctor Cabrera, sino que traté de varias maneras de que el Tribunal aceptara, no sé si lo hará, asumir que en Argentina se sigue torturando, que es una práctica sistemática, regular, masiva y que no sólo debería condenar a Ramos y Cabrera, sino abrir un debate en la sociedad para terminar con la tortura. Intenté que las discusiones sobre lo que ocurrió no se limiten a algo que ocurrió en el pasado como si ese pasado no hubiera continuado desplegándose”.
“La segunda cuestión, –Continúa Schulman- es que los torturadores pertenecían al D2, es decir al Departamento de Inteligencia de la provincia de Santa fe, entonces también planteé que no podía haber una hipótesis de conflicto interno en la Argentina, no podía haber una idea de doctrina de seguridad nacional. Y que lo que hubiera de aparato armado militar estaría en función de prevenir peligros externos y por lo tanto, lo que hubiera de aparato de inteligencia, claramente debería tener su vista puesta en los peligros que tiene la Argentina, en los planes norteamericanos de la 4ta flota, los planes para robarnos el agua del acuífero Guaraní, los planes para robarnos el agua de la Patagonia por parte de una serie de empresarios como Benetton, Carrol. Eso también se potenció porque en los últimos días, el archivo de la memoria me entregó las fichas de los servicios de aquella época, y es muy impresionante como registran cada paso de la actividad, y si con los precarios medios que contaban en aquella época no quiero imaginar lo que serán los informes de inteligencia hoy”.
“Y la última cuestión, –dice Schulman- es que las hijas de Cabrera se pronunciaron, hace tiempo en contra de su progenitor y pidieron el castigo. Una de ellas estuvo presente en la audiencia y luego vino la otra, entonces hice una larga reflexión sobre que la tortura no sólo afecta a los torturados y genera problemas de larga data, sino que la tortura también afecta a los torturadores, a la familia de los torturadores, nosotros que no buscamos venganzas contra nadie si queremos un mundo sin tortura para el bien de toda la sociedad, y que se puede alcanzar un índice económico o de esto y lo otro, pero mientras en la Argentina se siga torturando se estará por debajo del piso de la humanidad, de lo humano. La sociedad que tortura y que convalida la tortura como la nuestra, hay que decirlo sin mentirnos, la sociedad Argentina convalida, convalidó la tortura siempre, y la convalida, no quiero decir que el 100% de la sociedad, pero bueno, termino con una anécdota: a mí me secuestraron en un lugar que estaba a la vuelta de la casa que había vivido cuando era chico y en el camino entre mi casa y el centro de tortura había un músico que tocaba el bandoneón, un tanguero, y muchos años después cuando le preguntamos si él no escuchaba los ruidos de los gritos de los torturados él dijo que sí, pero que creía que eran presos comunes”.
Sobre la continuidad del juicio, José Schulman explica: “En la Argentina los que llegan a un juicio oral están condenados, porque para lograr que alguien llegue a un juicio oral hay que demostrar su culpabilidad en un grado altísimo, una parte de los que están acusados ya están condenados pero viviendo en condiciones optimas, Eduardo Ramos que es un torturador que nunca integró la fuerza militar, ni siquiera la policial porque siempre fue agente de inteligencia de la policía, pero consiguió que lo trasladen al Country Club de Campo de Mayo, donde están muy cómodos y a gusto con unos 150 represores, y no sólo eso, Ramos vino un día a Santa fe y cómo dijo que hacía mucho calor y el lugar que le dieron era muy incomodo, el Tribunal lo autorizó a que vuelva a Campo de Mayo a su Country y siga el juicio por radio o televisión. Así que seguramente serán condenados”
Respecto al tribunal, compuesto por María Ivon Vella, José María Escobar Cello y Luciano Lauría, José Schulman comenta: “Creo que este tipo de jueces hacen los juicios a disgusto, contra su voluntad y los tratan como un trámite del pasado, cuanto más del pasado y más descontextualizados para ellos mejor”.