Una discusión entre un periodista local y un concejal de la ciudad termina siendo una estrategia de distracción para encubrir a los responsables y tapar el verdadero problema de este debate: un escandaloso e inmoral aumento de la TGI. Un claro ejemplo de la continuación de la «Pandemia de lo inmoral».
Hace unos días trascendió un audio que se viralizó en las redes, donde se reproduce la discusión que un periodista local tuvo con el actual presidente del concejo municipal de la ciudad a raíz de unos comentarios que este periodista hizo sobre las supuestas razones de la reelección de este concejal como presidente del Concejo.
Una de las suposiciones fue que el concejal en cuestión logró su reelección a cambio de votar a favor del aumento de la TGI (Tasa General de Inmuebles) que propuso el bloque oficialista.
Y si bien esta discusión no deja de ser una anécdota sin mucha relevancia (salvo para fomentar el chisme y el escándalo mediático), lo que no puede pasar desapercibido es que el aumento de la TGI no es para nada inocente, ni siquiera una medida menor.
En la discusión, la estrategia discursiva del periodista llevaba a culpabilizar al concejal en cuestión, pero ocultaba —quizás de manera deliberada— que este concejal era sólo el autor material de la medida, aunque encubría al/los autor/es intelectual/es: O sea, al intendente y a los miembros del ejecutivo municipal.[*] En otras palabras, la discusión y la crítica de este periodista al concejal en cuestión fue sólo una cortina de humo, una estrategia de distracción, para tapar y desviar la atención de los contribuyentes de los verdaderos responsables de la medida en un momento de fragante campaña electoral. Así, tanto la decisión de este concejal de aceptar y votar por esta medida, como la del ejecutivo (que supuestamente la propuso esta medida a los concejales de su bloque), hace igualmente responsables a todos los concejales que votaron esta medida nefasta que afectará economía de los ciudadanos trabajadores.
Cabe aclarar aquí que, por ejemplo, el bloque opositor, si bien no estuvo de acuerdo con el porcentaje del aumento de la TGI, iba a proponer un aumento, de todos modos, aunque con un porcentaje menor. Lo cual, por cierto, no los hace tampoco menos responsables. Por lo tanto, podemos estar seguros de que, en general, todos los bloques del Concejo estaban de acuerdo con el aumento de la TGI, si bien la diferencia está en el monto, pero no en el aumento mismo.
Por otra parte, respecto de la decisión del Concejo de aumentar la TGI, hay que hacer algunas valoraciones que me parecen necesarias. En primer lugar, hay que decir que nuestros gobernantes en general y nuestros concejales e intendente, en particular, parecen adoptar un cierto distanciamiento cínico respecto del actual contexto mundial de pandemia, que, por lo general, suele caracterizar a los gobiernos de corte neoliberal.
Esto es entendible, ya que la actual coyuntura obliga a los gobiernos a proponer medidas que promuevan una considerable inversión en el sector público, sobre todo en salud, pero también, en políticas social para apalear las consecuencias directas de las medidas de ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) y de DISPO (Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio) dentro de los territorios de los países afectados por la pandemia de Covid-19. O por lo menos, eso es lo que se debería promover desde el Estado para poder mitigar lo más posible los efectos indeseados de la actual situación.
En este sentido, llevar a cabo política de recaudación salvaje y sin consideración del contexto, no es solo una medida socialmente peligrosa, sino que es además una política criminal y canalla, porque está atentando, no sólo contra la economía de los trabajadores, sino contra el mínimo de dignidad que a duras penas puede sobrellevar la mayoría de estas personas que están afectadas, directa o indirectamente, por esta situación. De modo que, además de los magros sueldos, y el aumento exorbitante de los precios de los alimentos o de la canasta básica, que diezma la economía de los ciudadanos trabajadores, los políticos locales se concentran en aprovechar este momento de estado de excepción para llevar a cabo medidas propias de un Estado criminal y canalla; o dicho de otro modo, propias de un Estado que promueve la expropiación (esto es, el robo) de lo poco o nada que puedan tener los ciudadanos trabajadores para poder sobrevivir.
Así, se puede entender la estrategia de distracción del periodista con su insistencia para culpabilizar a un concejal —que por otra parte no pertenece al bloque oficialista— y que ofició de perejil al prenderse al juego hipócrita y sagaz del bloque oficialista (lo que claramente implica también al Ejecutivo Municipal). Además, a nadie le gusta tener un gobierno canalla y criminal. Y si lo es, que ese gobierno intentará por todos los medios disimular su indigna condición, incluso con distracciones, por ejemplo, por medio de peleas de la más baja calaña entre concejales y periodistas.
Ojalá, puedan servir las nunca bien ponderadas elecciones para, algún día, poder revertir estas y otras situaciones similares, y se pueda contar con gobernantes, intendentes y concejales que, como mínimo, sino tomar medidas que favorezcan, por lo menos que no perjudiquen a los ciudadanos.
Notas:
[**] El título Pandemia de lo inmoral es un plagio excelente artículo del camarada y amigo, Gonzalo Argañaraz, del día 6 de junio de este año (2020), con el cual, en mi opinión, este artículo está directamente relacionado.