El debate por la I.V.E.
Qué decir de todo este proceso que significó el tratamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Parlamento nacional. Reflexionando acerca de cómo construí mi posición personal, desde el ingreso del proyecto, fue a través de una simple pregunta referida a cómo quisiera criar a una hija en el caso que la tuviera, y en ese momento caí en la cuenta que debía desandar algunos conceptos vetustos. Dado que muchos comunicadores e intelectuales han dado en denominarlo la revolución de las hijas, me pareció pertinente la pregunta del inicio, de en qué sociedad y con qué márgenes de acción sería deseable, según mi cosmovisión, que una hija (y los adolescentes en su conjunto) se desenvolviera.
No desconociendo la larga lucha de las pioneras feministas que con sus mesas y folletos militaban (alrededor de la desaparecida confitería El Molino) el aborto en los albores de la recuperada democracia y que para una incipiente estudiante universitaria del “interior” de 17 años resultaba casi inasequible, puedo decir sin temor a caer en un entusiasmo bobo que el aprendizaje que hemos realizado todos como sociedad en estos meses fue fenomenal en términos de acopio de conocimientos y de praxis política en el mejor de los sentidos, ese que corre la frontera de lo deseable.
Las pibas y los pibes nos interpelan desde muy pequeños, en la actual cultura hiper tecnificada, con cuestiones acerca del sexo, de los roles de género, de las libertades individuales, impensadas hasta hace no mucho tiempo. No alcanzan las respuestas de conveniencia, de los compartimentos estancos o de los discursos retrógrados de una sociedad hipócrita. Los debates en torno al aborto reflejan los cambios y evoluciones habidas en las relaciones sociales y en esta ocasión pudimos apreciar, tanto en el Senado como antes en Diputados, posiciones que más allá de las que evidenciaban poco apego al trabajo o una cerrazón absoluta respondían a una gama de niveles que iba desde el rechazo al proyecto de ley tratado pero reconociendo una situación no deseable, la aceptación de la no penalización de la mujer, la aprobación del mismo como parte de una política pública de salud integral hasta el estadio de abogar por el derecho de las mujeres, en una concepción liberal, a decidir sobre sus cuerpos.
Si uno focaliza en si se ha podido avanzar en el camino de una legislación que avance en derechos, considero que se han logrado consensos importantes sobre los que no hay vuelta atrás: el no cuestionamiento a los casos autorizados, desde 1921, por el Código Penal, el reconocimiento que las legislaciones no son artefactos estáticos sino construcciones para un tiempo histórico, la necesidad de la Educación Sexual en todo el trayecto escolar y de remover las barreras para la implementación de la E.S.I., la condena a todo lenguaje o acción que sancione a la mujer que se realizó o realice una práctica abortiva, el atender las demandas de las nuevas generaciones y, por ende, legislar para el futuro, y así podríamos seguir.
Ahora, con respecto a las hijas, y con ella a todas las mujeres, brindo, como diría la canción, por las mujeres que la sociedad las quiere y las necesita libres, reconociendo a través de status jurídico los accesos que les han sido negados.
muy buena paola!!! brindo por las mujeres…