marzo 28, 2024
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MEDITACIONES BADIOUSIANAS PARA EL 9 DE JULIO

Estas líneas fueron escritas para ser leídas en el Acto del 9 de Julio, del Instituto Superior de Formación Docente en Artes N°5074 «Manuel Belgrano», organizado por el Profesorado de Música, de la ciudad de Reconquista, en este año. Por lo tanto, tiene en su estructura los matices propios de las “Palabras Alusivas” de un acto escolar. La intención es poder reflexionar sobre la independencia en sentido político, pero también sobre la libertad en el sentido ético, y de lo que sería nuestra tarea hoy para lograr instaurar eso que Badiou denominó la “verdadera vida”. Además quisiera agradecer la invitación a la profesora Paola Pereyra por la invitación (y por confiar en mi propuesta de intervención), como también a la profesora Alicia Lucci por la aceptación de la propuesta de invitación. 

Pensar nuestras cadenas

    Han pasado ya prácticamente 203 años de aquel glorioso 9 de julio de 1816, día en el que se declaró la Independencia de nuestro país. Sin embargo, hoy, más que nunca, podríamos preguntarnos si sigue vigente aún aquella famosa sentencia, en la cual de Rousseau afirma que: «el hombre ha nacido libre y por todas partes se encuentra encadenado»
   No obstante, hoy sabemos que, para tomar consciencia de nuestra libertad, es necesario —y quizá más que nunca— poder pensar nuestras «cadenas» —que seguramente no son las mismas de hace 200 años atrás—, pero es urgente ética y políticamente poder pensarlas, sobre todo si queremos encontrar la forma de liberarnos de ellas.

   Ahora bien, ¿cuáles son esas «cadenas» que nos atan el día de hoy? Creo que hay, por lo menos, cuatro:

    -La Cadena en la ontología;
    -La Cadena en la política;
    -La Cadena en el arte;
    -y la Cadena en el amor.

(Lo cual nos da las pistas también para pensar cuatro posibles alternativas para nuestra liberación o emancipación).

    Así, la primera —la cadena en la ontología—, es la que nos obliga a pensarnos como seres finitos, limitados, y que nos somete al yugo de nuestra mera animalidad, cuyo destino inevitable es —como sabemos— la muerte. La segunda, —la cadena en la política—, es aquella que nos quiere hacer resignar y llevarnos a creer que la única política posible es ésta que hay, que no puede haber nada mejor, y que si intentáramos rebelarnos contra este estado de cosas, terminaríamos cayendo en graves desastres o terribles crímenes masivos contra la humanidad. La tercera, —la cadena en el arte—, es la que nos inculca la idea de que no puede haber «nada nuevo bajo el sol», que todo ya está creado y que, por lo tanto, todo lo que hagamos no es más que la modificación de algo anterior, o que la creatividad es sólo mejorar algo que ya se hizo anteriormente, pero nada más. Y la cuarta —la cadena en el amor—, sería aquella que nos quiere convencer de que hoy podemos disfrutar de todo, pero si no lo tomamos demasiado en serio, sin correr ningún tipo de riesgos y de manera edulcorada; y que, por lo tanto, el compromiso incondicional con algo o alguien, nos llevará tarde o temprano a la ruina, a una vida miserable de sufrimientos, o, en última instancia, a la muerte.

La verdadera vida

    Ahora bien, lo menos que podemos decir de estas cadenas es que son una forma de pensar que no nos permite, en tanto seres humanos, acercarnos a lo que el filósofo Alain Badiou llamó «la verdadera vida». Es más, esa forma de pensamiento ni siquiera nos permite poder vivir como verdaderos seres humanos; dado que, en realidad, la finitud, la aceptación resignada de-lo-que-hay, la clausura de todo proceso de creación original, y la inconveniencia e imposibilidad de comprometernos obstinadamente con aquello que nos apasiona, son otra manera de decir que hay que vivir la vida, pero —si me permiten el exabrupto— como muertos. Y todos sabemos —a través del cine—, la forma de estos muertos-vivos: la del zombi. Sí, la vida, para esta forma de pensamiento, es condenarnos a vivir como zombis:

— como zombis científicos en el estudio y la vida académica;

como zombis políticos en la vida ciudadana, limitándonos, por ejemplo, sólo a votar, cada cuatro años;

— como zombis artísticos en la música, las artes visuales, el teatro o en la danza, etc., imitando lo que hicieron otros, sin tener la valentía de crear algo nuevo;

— en fin, como zombis amorosos, temiendo no querer apasionarnos por nada; o bien, por acercarnos al prójimo (o a la prójima); o bien, por no querer correr demasiados riesgos, para no caer en las garras de una pasión verdadera.

Liberarnos de las cadenas del Sistema

   Sin embargo, la buena noticia es que nosotros y nosotras, podemos elegir si queremos, o bien, vivir como zombis; o bien, por lo contrario: liberarnos del yugo de estas castradoras cadenas. Y así, a la cadena en la ontología, de la finitud, habrá que oponerle la idea de una vida en Inmortal, como sugiere Badiou en su Ética, —una idea ya presente en Aristóteles—. Esta Idea nos permite pensarnos como «algo más que un simple mortal», o un menesteroso animal humano. Y aunque al final, la muerte lo alcance, el ser humano —y la ser humana— debe apostar obstinadamente a que su vida sea siempre mucho más que-lo-que-hay, un «algo más» posible que puede devenir.
   A la cadena en la política, por su parte, hay que oponerle la idea de que este régimen o estas formas de hacer política, no son las únicas ni las mejores que hay. Que hoy, más que nunca, tenemos el deber de pensar una política que esté a la altura de las circunstancias, sustentada no en cálculo egoísta de los políticos corrompidos, sino en un interés desinteresado que promueva la justicia como principio rector que nos lleve a la igualdad, a la equidad, y a la fraternidad.
   En cuanto a la cadena en el arte, hay que sostener la idea de que no «todo tiempo pasado fue mejor», e intentar arriesgarnos a buscar las formas futuras, para indagar el lugar de lo impensado y hasta de lo impensable. Y así buscar la manera, no de que lo sensible se eleve hasta una idea, sino más bien de que la Idea se haga sensible, se materialice en lo que llamamos la obra de arte, sea una canción, sea una pintura, sea una escultura, sea una obra de teatral, sea, en fin, una coreografía, etc. El desafío hoy está en buscar la brecha por donde transitan las posibilidades de lo imposible y de lo impensado.
    Y finalmente, a la cadena en el amor, que nos inculca el miedo a arriesgarnos y a comprometernos con aquello que nos apasiona, habrá que oponerle el coraje de asumir apasionadamente las consecuencias de un encuentro con el otro (o con la otra), convencidos de que el que no comience por el amor, no sólo jamás sabrá lo que es la filosofía (como afirma Badiou); sino que, además,  tampoco podrá saber lo que es la ciencia, la política, y el arte.  El amor es la condición subjetiva indispensable para comenzar a conocer y a comprender todo aquello de lo que se trata la verdadera vida, es decir, aquella vida que nos sacará de nuestra condición de muertos-vivos o de zombis.

Conclusión

    Hoy, entonces, pensar nuestra independencia —o nuestra libertad—, coincide con el hecho de tomar consciencia de nuestras «cadenas». Y, sin embargo, sólo así estaremos en condiciones de saber cuáles son las alternativas para superarlas y poder así —de múltiples y creativas maneras— liberarnos de cada una de ellas. De nosotros depende que tengamos el coraje para investigar (en la ciencia), organizarnos (en la política), crear (en el arte) y apasionarnos (en el amor), para que esas cadenas que por todos lados nos tienen encadenados, se conviertan paradójicamente en las condiciones de posibilidad de nuestra verdadera y humana vida y libertad. [Muchas gracias].

Por Fabián Muchiut

Bibliografía

— Aristóteles. (2007). Ética nicomaquea. (E. Sinnott, Trad.) Buenos Aires: Colihue.

— Badiou, A. (2004). Ética: Ensayo sobre la conciencia del Mal. En T. Abraham, A. Badiou, & R. Rorty, Batallas éticas (2a reimpresión de la 1a ed., págs. 97-158). Buenos Aires: Nueva Visión.

— Rousseau, J. J. (2003). El contrato social. (L. Halperín Donghi, Trad.) Buenos Aires: Losada/La Página.

— Zupančič, A. (2010). Ética de lo real. (G. Merlino, Trad.) Buenos Aires: Prometeo.

2 thoughts on “MEDITACIONES BADIOUSIANAS PARA EL 9 DE JULIO

  1. Gracias por tus palabras, estimada, lo cual de alguna forma me anima quizás a seguir pensando o a seguir escribiendo (que de hecho es lo mismo). Pero me atrevo a a advertirle que es justo en la cuestión del amor en que no se debería tener reservas. Además, ¿cómo y qué sentido tendría un “ser humane” o un “otre” si no  es el de hacer tomar consciencia del “entre” que circula en medio de los pares binarios? Todos y todas necesitamos un espacio y una espacia en el cual movernos y movernas, y quizás ese sea el entre donde el sujeto y la sujeta se “sujeten” para liberarse, si mepermitís decirlo de este modo. Un fuerte abrazo,  amiga.

  2. Nuevamente me detengo a escuchar sus palabras y pensarlas. Me siento ayraida x esta manera de pensar y creo que voy a intentarla con ciertas reservas en la parte relativa al amor. Ya que intensidad puede a veces trasmutar en posesión y ahí reina la dominante:el capitalismo.Le sugiero amigo filósofo “ser humane” para superar e incluir más construcciones subjetivas identitarias de género. Así como “le otre” en vez de la otra o el otro. Un abrazo muy grande con todo el cariño de siempre.

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