La economía copó la II Feria del Libro de Reconquista.
El feriado del 20 de junio en Reconquista fue el marco ideal para que se llevara a cabo la charla del economista y periodista Diego Rubinzal, quién vino a presentar su último libro “Ajustados”, en coautoría con Carlos Heller. El living de presentación estuvo comandado por el profesor Althaus, quien no sólo hizo un racconto de los anteriores trabajos del autor y su importancia en la tarea docente actual, sino que realzó la figura de algunos hombres de nuestra patria que se atrevieron a ir por un modelo societal diferente.
En un modelo económico, político, cómo se calibra, siempre está bueno cuestionarse. Parafraseando la vieja frase “es la economía, estúpido” de la campaña de Bill Clinton, podríamos preguntarnos si es sólo la economía, cuando ésta es una ciencia que no opera en un vacío sino por el contrario en un espacio de intereses que exceden hoy por hoy las fronteras y que se tensiona al extremo cuando modelos de país con mayor contenido distributivo se intentan poner en marcha. Veamos.
En una clara exposición sobre economía política, Rubinzal se abocó a la caracterización de la política económica que se lleva adelante y si bien, en la primera parte, el periodista ahondó en la cosmovisión que rodea a quien hoy ocupa la primera magistratura, remarcando su ostensible formación neo-liberal hasta en los gustos de lectura, considero que lo más jugoso de su exposición comienza cuando, para adentrarse en las características del modelo actual, corre el velo de ese eje de campaña que intentó posicionar a Macri como desarrollista. En este sentido, y con alta solvencia de conocimientos de historia económica, va dejando en claro el perfil fuertemente primarizador, que apuesta solo por la promoción de sectores donde haya ventajas comparativas, y aperturista de la gestión económica que lidera la coalición de gobierno.
Como no podía ser de otra manera, dado los vaivenes que estamos viviendo con la corrida cambiaria que a partir del 26 de abril se desató, la audiencia se interesó en este tema no sólo por las consecuencias macroeconómicas sino por los efectos sobre nuestras ya devaluadas economías internas, el autor no sólo dio cuenta de los orígenes de la devoción vernácula por el atesoramiento en billetes verdes, sino que fue capaz de profundizar en cuestiones que constituyen un cuello de botella como es el tipo de cambio y su relación con el condicionamiento externo para el desarrollo de nuestras economías, enfatizando en la distinción entre objetivos de política e instrumentos.
Dos contribuciones, que se pueden extraer, para seguir pensando son: la primera, cuando ante una pregunta de uno de los varios profesores de historia presentes, acerca del margen de incidencia de nuestros gobiernos provinciales en las cuestiones del desarrollo, el economista plantea que hay una división de pareceres pero que él no considera que los proyectos regionales puedan tener mayor capacidad de liderazgo. El segundo aporte reside en, según mi punto de vista, cuando ante preguntas del público acerca de que marcara déficits del gobierno de los Kirchner, él si bien relativiza ciertas dificultades se inclina por la falta de un avance más sostenido, ¿de compromiso?, en planes de desarrollo industrial.
Podríamos concluir diciendo que la exposición se transformó en una rica clase de dos horas reales, para quienes se interesan por la economía como ciencia social, en tanto y en cuanto nos permitió contar con elementos de análisis para abordar la tensión entre restricciones estructurales y proyectos políticos que ha venido interpelando a todos los gobiernos desde la recuperación de la democracia, pasando por los dos anteriores, hasta llegar a nuestros días.
Volviendo a la remanida frase de campaña del gran país del norte, podríamos contestarle con otra que no por vieja cayó en desuso, “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo” pronunciada por el ministro de economía de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, cuando tuvo que enfrentar uno de estos embates.
Por Paola A. Vazzano