La foto es reciente y perdurará en la memoria de muchas, muchas generaciones diezmadas en este siglo. Vemos a Macri que levanta la mano saludando a la estatua, al cielo, incluso a las palomas. Es absurda pero también es la punta del iceberg, la que muestra por debajo los fantasmas y oscuridades recónditas llenas de malversaciones, pasiones, avaricia y silencios. Sella la convicción de que la figura de Macri es una forma sin nada adentro, la de un hombre que baila compulsivamente, un hombre que parece autista y cuenta malos chistes. Pero todo tiene su precio: así como una brisa llegan noticias de balazos a las multitudes, exclusión para cientos de almas.
La foto habla de la soledad, de fantasmas que no se ven, de las pulsiones de la desidia que le allanan como ángeles el camino. La mano ondulándose haciala plaza vacía produce un efecto distorsivo, como si fuera historia en otra dimensión, la historia de un país “feliz” que perdió su camino, que avanza por un camino polvoriento rumbo a su propia fosa. Habla del triunfo del mal gusto y del no quereral otro; habla de escuelas cerradas y letales estrategias militares; habla del autismo; habla de estómagos vacíos, escuelas vacías, cerebros vacíos.
Su figura es un sinsentido como si fuera una sombra de De La Rúa, el presidente que apareció ante las cámaras de TV a espaldas del conductor, perdido, errando la salida, cavilando en un laberinto invisible que los dioses armaron sólo para él y sus ojos.
Foto Original: Pagina 12