Nota del Editor:
Pondremos a disposición de nuestros lectores una nota que el Concejal Eduardo Paoletti nos envió. Si bien éste difiere en su participación política con nuestra línea editorial, entendemos que somos un medio libre, plural y democrático. De allí nuestra decisión de publicarlo. |
Argentina es un país latinoamericano que estuvo marcado por grandes lapsos de tiempo en los cuales el régimen democrático fue suprimido con argumentos de generar procesos de “reorganización social interna”. Hace unos treinta y cinco (35) años se logro restablecer el sistema democrático sin interrupciones, llegando supuestamente a consolidarse el sistema.
Ahora, ¿Es realmente así? ¿Se ha logrado realmente consolidar el sistema democrático?
Más allá del discurso de bienvenida al gobierno democrático del Dr. Alfonsín, donde se expresó que “…los argentinos hemos aprendido, a la luz de las trágicas experiencias de los años recientes, que la democracia es un valor aún más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura…”, actualmente la democracia no ha reflejado aquello que todos pretendemos de ella cuando la pensamos en abstracto.
Nuestra democracia, aun hoy, muestra muchísimas falencias y muchas veces no resuelve problemas básicos de la sociedad. Ello derivado de un proceso de globalización que genera enormes diferencias entre los habitantes por la “…aceptación de que el fin de la historia ha llegado (con la victoria de un sistema civilizatorio sobre los demás), la desideologización (como consecuencia de la ausencia de disputa entre civilizaciones) y el advenimiento del hombre light (expresión concreta e individual de la falta de ideales en disputa)”[1].
Se suele plantear que en la democracia moderna el gran ausente es el pueblo (Pierre Rosanvallon, 1998) ya que solo elige, luego se desentiende y no participa; por lo que no es realmente una democracia representativa. Esto lleva a que “…el malestar reside en la creencia de estar ya en posesión de la democracia y en sentir su triste resultado como un engaño, el salto de la conciencia –del conocimiento y de la experiencia, de la teoría y de la práctica- residirá en darse cuenta de que la democracia conlleva otras posibilidades que se encuentran entre los pliegues de su historia”[2]
Ante lo expuesto, llegamos al punto de formular la siguiente hipótesis: Vivimos en un sistema democrático, no obstante no es una democracia representativa sino que es imperfecta y marcada por características particulares en América Latina. Es entonces que nos interrogamos: ¿En qué tipo de democracia vivimos?
-
¿QUE ES LA DEMOCRACIA DELEGATIVA (DD)? ¿EXISTE EN ARGENTINA UNA DD?
-
¿Qué es la “Democracia Delegativa”?:
Cuando Guillermo O´Donell piensa en varios de los gobiernos planteados en Latinoamérica (entre los que incluye Argentina) denomina a la especie de gobiernos instaurados en los mismos como “Democracia Delegativa”.
Según el autor una “Democracia Delegativa” –en adelante DD- tiene legitimidad de origen pero “…es una democracia menos liberal y republicana que la democracia representativa porque tiende a no reconocer los límites constitucionales y legales de los poderes del Estado”[3].
Existe en estas democracias una falsa creencia sobre que “…la persona que gana la elección presidencial está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente…”[4]
A su vez, estas democracias se contraponen a las denominadas democracias representativas. Según Dahl “…el gobierno democrático se caracteriza fundamentalmente por su continua aptitud para responder a las preferencias de sus ciudadanos, sin establecer diferencias políticas entre ellos”[5] y las condiciones fundamentales para su existencia son las oportunidades para formular preferencias, para manifestarse públicamente, y para recibir un trato igualitario. Esto es de lo que carecen muchos gobiernos latinoamericanos.
Pese a que las DD también se encuentran dentro de aquello que a partir de Robert Dahl se conoció con el nombre de poliarquía[6], la principal diferencia entre ambas consiste en que según Dahl, la DD estaría un paso por detrás de las democracias representativas por no llegar a la etapa de afianzamiento de las instituciones (carece de la segunda transición), definidas por O´Donnell como “pautas regularizadas de interacción que son conocidas, practicadas y regularmente aceptadas…”[7]. Dice Dahl que “…cabría considerar a las poliarquías como regímenes relativamente (pero no completamente) democráticos…sistemas sustancialmente liberalizados y popularizados, es decir, muy representativos a la vez que francamente abiertos al debate público[8].”
En América Latina, “actualmente conviven procesos de institucionalización y de desinstitucionalización…existen esfuerzos importantes por reforzar las competencias del parlamento y el poder judicial y limitar las atribuciones discrecionales del poder ejecutivo…”[9] pero claramente aún no se han logrado alcanzar y afianzar.
Para O´Donnell otra característica de este tipo de democracias es que se vive en constante estado de Emergencia, lo que habilita accionares claramente dudosos. “El sentido de urgencia que se activa con las crisis (económicas o de otro tipo) interactúa fuertemente con esa tradición y, amparado en la excepcionalidad de ese contexto, el ejecutivo se considera liberado de la obligación de rendir cuentas a los otros poderes, generando una fuerte personalización y un estilo mágico de hacer política…”[10].
Este accionar sin límites es posible ya que la emergencia y la crisis lleva a infundir miedo y terror en lo que podría suceder si ponemos trabas al actuar –aunque sea ilegal- de los ejecutores de las políticas del estado. “…los mecanismos que explican la emergencia de una DD no solo ilustran sobre el empleo del miedo como un principio energético de la política, sino también nos alertan sobre el estrechamiento de los márgenes que ello acarreo para que resulte posible una democracia…”[11].
Todo este accionar esta derivado del pensamiento del gobernante de creer que el hecho de haber obtenido la mayoría de los votos emitidos lo legitima a llevar adelante las decisiones que este desee y como lo desee. A su vez, esto genera que no tenga presente las pretensiones de las minorías.
Esta fórmula, esquematizada por O´Donnell, común para Latinoamérica, es “…un tipo de democracia que emerge en ciertos países latinoamericanos en un contexto dominado por severos ajustes y reformas inspiradas en el recetario neoliberal.”[12] Este estado de emergencia habilita la no rendición de cuentas y como consecuencia los claros abusos. Son “…gobiernos elegidos de acuerdo a requisitos poliárquicos básicos, pero una vez electos, muestran severos déficit en la rendición de cuentas horizontal…”[13].
La rendición de cuentas o accountability vertical sigue funcionando, ya que existe una evaluación periódica de la ciudadanía en cada elección; lo que se evita es la rendición horizontal o derivada de los otros poderes del Estado por ser considerada un “…mero impedimento de la plena autoridad que se ha delegado al presidente”[14].
El permiso de actuar por miedo, y la innecesaria rendición de cuentas dan facilidad al presidente para actuar prescindiendo de los otros poderes, ya que concibe a los “…otros poderes de gobierno y a los órganos de contralor como estorbos…” y ve como “…incomodidad frente a la rendición de cuentas horizontal originada en la separación de poderes y la acción de otros órganos de control…”[15]. Los abusos y esta Democracia Delegativa no son un fenómeno solo de izquierdas o solo de derechas, ni de momentos malos o buenos económicamente hablando “…el nuevo siglo fue mostrando otro clima de ideas y un escenario político que renovó el interés por el fenómeno del populismo en la región…”[16] sino que se producen ante cualquier tipo de contexto.
En resumen, podemos decir que una DD se caracteriza por los siguientes puntos:
- Supuesto estado de crisis o emergencia.
- Excesos frente a los límites normativos constitucionales establecidos.
- No respeto de la división de poderes.
- Falta de rendición de cuentas.
-
Argentina.
Argentina logró su democratización en un proceso de “transición por derrumbe”, que implica una modificación abrupta del régimen autoritario al democrático. Es este caso, que el cambio se produce seguido a una batalla militar en la que se resulta perdedor (en Argentina la batalla fue la “Guerra de las Malvinas”).
Este cambio abrupto dio lugar a un nuevo esquema social, con nuevas formas de participación y nuevas responsabilidades, “el advenimiento de la democracia fortaleció los ámbitos de libertad, la participación ciudadana, la responsabilidad política y el control civil de las fuerzas armadas, y dio lugar a una preocupación veraz por la equidad social y una distribución más justa de las riquezas…”[17], la cuestión está en cómo fueron abordadas.
Actualmente los argentinos tenemos un gobierno que se desempeña en el Poder Ejecutivo Nacional hace un poco más de dos (2) años. Este nuevo gobierno nacional da muestra de la existencia de las características propias de una DD en su gestión.
Estamos inmersos dentro de una clara democracia de audiencia, donde los medios marcan claramente la decisión de la ciudadanía, con un presidente que inició su carrera política desde el club de fútbol más importante del país, creando un partido político donde él es el eje del mismo. Este partido, Propuesta Republicana –PRO-, en su primera etapa, busco gente reconocida en los medios de comunicación para instalarlos políticamente (el cocinero mediático Martiniano Molina resulto electo del municipio bonaerense de Quilmes, el comediante Miguel Del Sel casi logro ser Gobernador de la Provincia de Santa Fe al quedar a solo unos 1.500 votos de quien fue electo; y podríamos seguir dando ejemplos).
Con posterioridad y una vez estructurado un frente (gracias a su acuerdo con la U.C.R. y otros partidos políticos más pequeños) se recurrió solo a la figura personalista del actual presidente, en contraposición a la figura de la anterior presidenta, para lograr vencer al rival político. Así se encasilla el caso en lo que plantea O´Donnell, donde “…los presidentes son elegidos luego de prometer que –situados por encima de partidos e intereses, fuertes y corajudos- salvarán al país. El suyo es el gobierno de salvadores de la patria. Esto conduce a un estilo mágico de hacer política: el mandato delegativo supuestamente conferido por la mayoría…”[18]
Se generó a través de los medios, un discurso político sobre un Estado devastado por el gobierno anterior, y por otro lado una opción de únicos salvadores en este partido llamado PRO, y específicamente en la persona de Mauricio Macri. De hecho, la coalición electoral mencionada se denominó expresamente “Cambiemos”. Asimismo, y al día de hoy se continúa haciendo hincapié desde la parte discursiva en “la pesada herencia”, generando en la ciudadanía un claro debate entre “pasado vs. futuro”, donde se plantea que no defender y seguir optando por “el cambio” implica retroceder hacia un pasado oscuro.
Como dijimos, existe como contraposición a un debilitamiento de las instituciones representativas, el incremento de los personalismos, y en el caso de la Argentina actual este personalismo se ha erigido en la misma figura del Presidente de la Nación.
Ahora, resulta curioso que una opción que fue impulsada mediante un discurso de total respeto a las instituciones democráticas y criticando la falta de observancia por parte de los anteriores gobernantes, luego termine utilizando los mismos métodos y faltando el respeto de igual manera o aun peor a las instituciones, que los gobernantes anteriores.
No obstante, y como se ha expresado, este fenómeno no es privativo de gobiernos de derecha (como muchas veces se caracteriza o pretende decir del de “Cambiemos”) o de izquierdas (como se supone que ha sido el anterior gobierno en Argentina conducido por el “Frente Para la Victoria” dentro del Justicialismo). Tanto uno como otro gobierno han tenido y tienen notas de DD, ya que se observan múltiples hechos donde el gobierno anterior hizo caso omiso a los otros poderes, como cuando se dictó la famosa “Resolución 125” en exceso de las facultades del PEN, y luego al ser tratada por el poder legislativo termino siendo rechazada.
Si retrocedemos un poco más, también podemos decir que se vieron claras notas de DD en la década de 1990, con otro gobierno del Partido Justicialista, como fue el de Carlos Saúl Menem, ya que se sancionan las leyes de Emergencia Económica (ley 23.697), y de Reforma del Estado (ley 23.696) que declaró la Emergencia Administrativa y aprobó el programa de racionalización del sector público empresario, autorizando mediante el mismo, con amplias facultades al Poder Ejecutivo Nacional –PEN- a intervenir las Empresas del Estado para reestructurarlas, estas emergencias y sus consecuencias se fueron viendo y sufriendo hasta la actualidad.
Como fue expresado, este estado de emergencia, distintivo de los años 90, también es planteado actualmente a raíz del contexto en el cual se produzco el cambio de Gobierno en Argentina. Se han abierto las puertas nuevamente a que se produzcan excesos en relación a los límites institucionales impuestos, y a la vez a la continua falta de rendición de cuentas. Claros ejemplos de estos excesos se presentaron y tomaron vuelo en la opinión pública con la designación de jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sin la previa aprobación del Poder Legislativo, incumpliendo el procedimiento legal establecido, así como la suba de tarifas sin la realización de las previas audiencias públicas requeridas por la normativa. “Las pruebas están a la vista: como escribió Guillermo O´Donnell, la justificación de esta práctica concentradora, que obliga más que habilita al presidente a actuar eludiendo contrapesos y controles, es la emergencia, o al menos la sensación de emergencia, que Macri ha declarado en áreas tan diversas como la economía y la seguridad, las estadísticas y el campo”[19]
En cuanto a la despolitización de lo privado (como dice Lechner), se ha provocado un enorme ingreso de la política en los hogares, a través de los medios masivos de comunicación, provocando a su vez que también los políticos se conviertan en artistas y banalicen sus vidas personales exponiéndose o convirtiéndose en estrellas de tv. Como mencionáramos al hablar de democracias de audiencia, primero se buscaron famosos para convertirlos en políticos, para luego convertir a los políticos en famosos. “El protagonismo de la imagen modifica (más por su lógica interna que por intenciones manipuladoras) tanto el ritmo y el ámbito de la política como el papel del ciudadano: desde la atención disponible y la información valorada hasta el criterio estético que contempla el espectáculo político”[20].
CONCLUSION:
Argentina se encuentra inmersa en un sistema marcado por la DD, no desde este último gobierno sino desde varias representaciones hasta el día de hoy. No vivimos una democracia representativa dado que el paso hacia la institucionalización y su fortalecimiento, aún no se ha realizado.
No es bueno permitir este abuso y amoldamiento de la sociedad al beneficio práctico de un determinado sector sin tener presente la realidad y consecuencias en el resto de la población (sistema que venimos viviendo en nuestro país desde largo tiempo atrás), sumado a la falta de respeto a los principios que la conforman. Lograr respeto provocaría dar el paso de lo que O´Donnell ha definido como Democracia Delegativa, y nos permitirá abordar una real Democracia Representativa. Esto solo será posible cuando nosotros mismos entendamos que la democracia no consiste solo en el momento del sufragio y elección de los representantes sino en una constante construcción diaria de la sociedad desde cualquier lugar que ocupemos en la misma.
Por Eduardo Paoletti
BIBLIOGRAFIA
- Carlos Galli, El malestar de la democracia, Bs. As., C.F.E., 2013
- Guillermo O´Donnell, “Democracia Delegativa” en Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Bs. As., Paidos
- Horacio Rosatti, Globalización, Estado y Derecho en Estado y Globalización, Santa Fe, Rubinzal Culzoni
- Norbert Lechner, Las transformaciones de la política, revista mexicana de sociología, vol. 58, nº 1, enero-marzo
- Robert A. Dahl, La poliarquía, participación y oposición, Bs. As., Tecnos, 1997
- La democracia delegativa, veinte años después de Osvaldo Iazzetta en la Ciencia Política de Guillermo O´Donnell – coord. D´Alessandro e Ippolito O´Donnell, Eudeba, 2015
[1] Horacio Rosatti, Globalización, Estado y Derecho en Estado y Globalización, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2005, p. 113.
[2] Carlos Galli, El malestar de la democracia, Bs. As., C.F.E., 2013, p. 83.
[3] La democracia del minuto a minuto por José Natanson en Le Monde de Junio 2015.
[4] Guillermo O´Donnell, “Democracia Delegativa” en Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Bs. As., Paidos, p. 293.
[5] Robert A. Dahl, La poliarquía, participación y oposición, Bs. As., Tecnos, 1997, p. 13.
[6] “regímenes (políticos) relativamente (pero no completamente) democráticos; o dicho de otra forma, las poliarquías son sistemas sustancialmente liberalizados y popularizados, es decir, muy representativos a la vez que francamente abiertos al debate públicos (R. Dahl).
[7] Ob. Cit. Guillermo O´Donnell, p. 289
[8] Ob.cit. Robert A. Dahl, La poliarquía… p. 18.
[9] Norbert Lechner, Las transformaciones de la política, revista mexicana de sociología, vol. 58, nº 1, enero-marzo, p. 10
[10] La democracia delegativa, veinte años después de Osvaldo Iazzetta en la Ciencia Política de Guillermo O´Donnell – coord. D´Alessandro e Ippolito O´Donnell, Eudeba, 2015.
[11] Ob. Cit. La democracia delegativa, coord. D´Alessandro e Ippolito O´Donnell
[12] Ob. Cit. La democracia delegativa, coord. D´Alessandro e Ippolito O´Donnell.
[13] Ob. Cit. Osvaldo Iazzetta
[14] Ob. Cit. Guillermo O´Donnell, p. 294.
[15] Ob. Cit. Osvaldo Iazzetta
[16] Ob. Cit. Osvaldo Iazzetta
[17] Norbert Lechner, Las transformaciones de la política, revista mexicana de sociología, vol. 58, nº 1, enero-marzo, p. 3.
[18] Ob. Cit. Guillermo O´Donnell, p. 299
[19] Primer balance por José Natanson en Le Monde de febrero 2016.
[20] Ob. Cit. Norbert Lechner, Las transformaciones de la política, p. 13
Buen artículo! Evidentemente, amerita un análisis más profundo de la esencia misma del concepto de Democracia. Pero, no obstante, es un avance. Un abrazo.an